Cómo la bombilla eléctrica desató una revolución científica y se volvió una pesadilla para Einstein




A pesar de las complejidades de la vida diaria, las reglas de nuestro universo parecen reconfortantemente simples. Mas info aqui

El agua de un arroyo siempre fluye montaña abajo, la piedra que tiras desde la orilla siempre cae siguiendo una curva predecible.
Pero cuando los científicos se pusieron a fisgonear entre los minúsculos bloques elementales de la materia, toda certitud se esfumo.
Encontraron el extraño mundo de la mecánica cuántica.
En lo profundo de todo lo que vemos a nuestro alrededor, encontramos un universo completamente distinto al nuestro.
Parafraseando a uno de los fundadores de la mecánica cuántica, lo que llamamos real está hecho de cosas que no podemos considerar reales.
Hace unos 100 años, varios de los más grandes científicos entraron en un mundo extraño y encontraron que en el reino de lo diminuto, las cosas pueden estar en dos lugares al mismo tiempo, que sus destinos los dicta el azar; es una dimensión en la que la realidad desafía al sentido común.
Se enfrentaron con una posibilidad aterradora: la de que todo lo que pensábamos que sabíamos sobre el mundo podía ser completamente errado.
La historia de nuestro descenso al delirio científico empezó con un objeto muy improbable.

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